miércoles, 12 de diciembre de 2012

el clavo

el clavo

El clavo es una herramienta de fabricación doméstica que ha tenido una historia llena de sangre, de punciones lumbares y de dolor increíble, a la par de una de las más emocionantes anécdotas que una instrumento de carpintería pudiese presumir.
Los clavos son pedazos de metal muy flacos, llegando a parecer anoréxicos, con una cabeza aplastada y grande para sostenerse y no salir por el otro lado de lo que se clava, para atravesar de un lado a otro un objeto se recomienda el uso de ácido de alien o en su defecto, un taladro.
Además de delgados deben tener una punta afilada, peligrosa y recomendablemente oxidada, lo cual asegura que quien no esté capacitado en el uso de este instrumento muera agónicamente infectado por el tetanos.
Quizá no sea estructuralmente una maravilla mecánica, como lo es el tornillo, pero encierra una virtud que ningún otro instrumento de fijación tienen: que es la de clavarse.

Los primeros y más sabios clavos fueron inventados por los cavernícolas, dueños de una tecnología en herramientas de hueso. Tenían la función principal de clavar la comida en las copas de los árboles donde los depredadores no pudieran alcanzarla, el principal problema resultó que al ser un invento tan reciente, no se estaba preparado para afrontar las consecuencias de su uso y nunca pudieron desclavarla. Hasta el día de hoy ese pedazo de mamut continúa pegado al árbol detrás de la casa.

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